Recientemente se ha dado a conocer el informe del 2006 sobre inmigración en Sabadell elaborado por la Lliga dels Drets dels Pobles, en él se constata que el 10 % de la población es de origen extranjero. El anterior informe señalaba que el era del 9'6%. Es decir que la inmigración aumenta de una manera lenta pero imparable.
Este es un hecho que según las estadísticas preocupa en primer orden a los ciudadanos. Las estadísticas lo dicen y nosotros nos lo creemos a fuerza de repetirnoslo. Pero también hay otras constataciones a las cuales no se les da tanta relevancia, como son los grandes ingresos de las arcas del estado, que a todos favorece, por las aportaciones de los trabajadores inmigrados, los beneficios que obtienen los empresarios que los contratan o incluso, por què no, la riqueza cultural que siembran en nuestra sociedad.
El verdadero problema, que ciertamente lo hay, es más bien un proceso por ahora inevitable de la sociedad mundial. Un proceso en el cual se esta dando, la tan hablada, pero a veces poco conocida globalización económica mundial. Esta globalización no es más ni menos que la enorme concentración de la fuerzas productivas del mundo en un pequeño número de empresas transnacionales, en concreto sólo unas doscientas, los negocios de las cuales suponen más de la cuarta parte de la producción mundial. Multinacionales que principalmente tienen su ubicación en EE.UU, Unión Europea y Japón, paises o zonas que por lo tanto reciben esos enormes flujos de capital.
Teniendo todo esto en cuenta es facil entender porqué continuan llegando y continuarán llegando personas desde todos los confines del planeta, sobre todo de los 150 paises más empobrecidos, muchos de los cuales con economías inferiores a las de una sola de esas empresas multinacionales.
Así pues, hemos de considerar la inmigración como la expresión demográfica de esa globalización económica, la cual moviliza enormes contigentes de personas de paises ahogados por la deuda externa y la falta de inversiones que eliminan las posibilidades de desarrollo.
Pero del drama no se acaba cuando salen de sus paises, continúa en los paises de llegada, donde se les explota y se les matiene apartados, sobre todo a los considerados "sin papeles" que són los más. Es verdad que por la evolución misma de las cosas, y sobre todo por la lucha de los propios inmigrantes y de sectores de nuestra sociedad que son conscientes y se solidarizan con ellos, su situación está mejorando, sobre todo de los considerados "con papeles".
Pero aún la situación general dista mucho de estar normalizada, el problema, en mi opinión, es que mientras repetimos sin cesar la necesaria integración de las personas inmigradas dándole a ésta multitud de significados algunos de ellos contradictorios, mantenemos a los inmigrantes en las más absoluta falta de derechos políticos y ciudadanos, a parte de los derivados de sus obligaciones como trabajadores, cotizaciónes y prestaciones sanitarias.
Todo ésto pasa porque todavía hay a quienes quieren seguir beneficiándose de esta situación injusta y optan o favorecen políticas restrictivas y discriminatorias que mantienen a la población inmigrada en una situación indefensa y a bajo precio, políticas que no detienen empero el flujo humano, ni tienen esa intención, al contrario favorecen una afluencia ilegal con gravísimo riesgo para las personas, como trágicamente comprobamos cada día.
Las previsiones económicas señalan que serán nesarios muchos flujos migratorios hacia toda la Unión Europea. Los estudios oficiales hechos por diversas instituciones, entre ellas los de la División de Población de las Naciones Unidas, en nuestro caso ofrecían las siguientes líneas: De no producirse un giro radical en la evolución de la población, dentro de cincuenta años, habremos perdido el 21,8% de la población y seremos el país más viejo del mundo, con una edad media de 55 años. En tal hipótesis, en lugar de cuatro trabajadores activos por cada persona pasiva, habría sólo 1,4. Y finalmente, la cantidad mínima de inmigrantes estrictamentre necesaria para mentener la relación entre activos y pasivos es de 250.000 cada año hasta el año 2050.
Son posibles y necesarias otras políticas. Si aceptamos la inmigración como una parte necesaria del desarrollo económico, más vale facilitar legalmente ese flujo y aceptar que son, como nosotros, personas con todos los derechos económicos, sociales y políticos. De lo contrario anidará la marginación, el gheto, la sobreexplotación, el odio, crecerá la ignorancia y el miedo a otras culturas y religiones, la competencia entre trabajadores legales y ilegales les enfrentará.
En las últimas elecciones al Parlament de Catalunya se ha desarrollado un incipiente debate sobre el derecho a voto de las personas inmigradas. Delante de la proximidad de las próximas elecciones municipales queremos abrir públicamente ese debate, de entrada EUiA en su programa pide el derecho de voto a las personas inmigradas a todas las elecciones, a partir de un año de residencia para las municipales, y de tres para el resto.
Consideramos que es un paso necesario para nuestra sociedad que las personas inmigradas tengan el derecho a voto en las próximas elecciones municipales. Han de tener ese derecho a escoger los representantes políticos directos en la ciudad, porque al igual que nosotros, viven, trabajan y contribuyen en todos los ámbitos de la sociedad. No habrá una verdadera integración mientras las personas inmigradas no tengan plenos derechos de ciudadania.
